En las páginas de Música Nueva, hace casi dos años, publicamos la noticia sobre la querelle entre los herederos de Marvin Gaye (1939-1984) y los cantantes Robin Thicke y Pharrell Williams por utilizar la melodía de “Got To Give It Up” (de 1977) en su “Blurred lines” (2013).
Algo que se repite a menudo, a nivel de música comercial, dance, pop y sobretodo en el hip hop.
Esta semana Jay-Z y su staff ha tenido que presentarse en tribunal por un caso de ‘utilizo impropio de fragmentos musicales’ por la canción de 1999 “Big pimpin”, realizada en colaboración con Timbaland.
El loop del single fue extrapolado de “Khosara khosara”, composición de 1957 firmada por el artista egipcio Baligh Hamdi e interpretada por el cantante Abdel Halim Hafez
Ambos artistas fallecieron hace años, pero el nieto de Hamdi, Osama Ahmed Fahmy, en 2007 depositó oficialmente demanda judicial, acusando Jay-Z y Timbaland por no haber pedido regular autorización sabiendo que, por el contenido del single hip hop, seguramente habría sido rechazada.
El tribunal estadounidense, en un primer momento, no actuó en contra de las dos estrellas de la música hip hop, considerando las atenuantes de Timbaland (que afirmó haber encontrado el material bruto de un viejo álbum de músicas libres de derechos de autor) y el hecho que Jay-Z casi de inmediato transfirió 100 mil dólares a la filial egipcia de EMI para sanar la supuesta violación de copyright.
Desafortunadamente, pero, para los abogados de Hamdi no se trata de un problema económico, sin no de carácter moral: el sample del abuelo ha sido utilizado en una canción que viene considerada casi inmoral y el segundo proceso judicial acaba de empezar con un horizonte que no queda del todo definido.
La cultura hip hop, que a nivel musical se difunde a través del rap, incluye desde siempre la posibilidad de integrar, en las composiciones, partes, fragmentos, voces y samples de otras canciones. Es una especie de praxis que, por un lado permite recuperar piezas clásicas que casi nadie conoce, en segundo lugar favorece la critica política, o la contaminación artística que existe en le propia naturaleza de este enorme e importante fenómeno cultural.
Muchos grandes éxitos del rap esconden homenajes y préstamos musicales, reconocibles y evidentes, pero en ningún caso esos perjudican a los artistas originarios. Otro discurso, como en el caso de Hamdi, es que se intente utilizar un pretexto como el supuesto ‘plagio’ para dar clases de moral a Estados Unidos.