Amy Winehouse hoy hubiera cumplido 30 años.
Sin ese trágico 23 de julio de 2011, la historia, la carrera y la leyenda de esta increíble interprete hubiera sido muy diferente.
El alma negra de Amy Winehouse no pudo soportar las luces de reflectores, las falsas amistades, devorada por los drinks de Camden Square descubrió sola el peor sinónimo de la palabra fama, buscando un escalofrío para huir del mal vivir.
Muchos otros artistas, igual que ella, cayeron, dejándonos todos increíblemente sorprendidos porqué la gente común ve solo lo que aparece, el dinero, la notoriedad, las sonrisas.
Esa alegría superficial que esconde en su interior los elementos típicos de cada artista: soledad, frustración, angustia, deseo de rebelión. En una palabra, sensibilidad.
Ricos, guapos, famosos, pero los cantantes como Amy Winehouse, Jim Morrison, Janis Joplin o Hendrix, por decir algunos, han representado la idea del mito, la proyección hacia el infinito del ser humano. Y por ello han caído. Un hombre (o mujer) que se convierte en divinidad, lo hace a cambio de su alma.
En su barrio, Camden, han organizado una pequeña exposición para recordar a Amy Winehouse, titulada “Amy Winehouse: a family portrait” y organizada por el Jewish Museum, mientras a partir de hoy en el Proud, será posible ver algunas imágenes inéditas recopiladas en la colección “For you I was a flame”.
Todos recordando a Amy Winehouse y a su increíble voz.