Ya ha pasado mucho tiempo desde cuando Miley Cyrus se presentaba delante de las cámaras con su peinado rubio, una sonrisa infantil y la cándida voz de la tierna Hannah Montana.
Parece haya pasado una eternidad y, como en la más clásica transformación en estilo doctor Jekyll y señor Hyde, la estrella del pop vuelve a ocupar las páginas de los medios musicales no por sus éxitos si no por otras fotos desnudas, provocativas y escandalosas.
En realidad, hablar de escándalo ya es algo anacrónico, considerando que ya nos ha acostumbrado a situaciones similares así que la unicidad y extemporaneidad de episodios similares resta valor al concepto de excepcionalidad, convirtiendo ahora esta forma de aparecer en magazines y revistas, como una constante en la forma de comunicación de una artista que no conoce otra forma para cautivar la atención del público y demonstrar su superficialidad.
Ahora Miley Cyrus se ha dejado fotografiar para el mensual Candy, dedicado al universo transgender y travestismo. La cantante ha sido nuevamente modelo para el artista visual Terry Richardson, veterano fotógrafo experto en servicios transgresivos e impúdicos.
En esta sesión de fotos, Cyrus aparece en nueve imágenes donde muestra sin problemas cada centímetro de su cuerpo, improvisando momentos al limite de la pornografía. Sus padres estarán seguramente muy orgullosos.