El 25 de junio de 2009 una dramática noticia despertó los amantes de la música de todo el mundo: Michael Jackson había fallecido en un hospital de Los Ángeles, tras varios intentos de reanimación.
Parecía imposible que algo similar hubiera podido ocurrir.
Michael Jackson pertenecía a esa categoría de personas que todos considerábamos casi inmortales, estrellas impermeable a cualquier tipo de enfermedad o dolor, invencibles.
Era el Rey del Pop y los reyes deberían siempre morir luchando en batalla, rodeados de gloria y fama, no derrotados por una mezcla de analgésicos proporcionados por médicos poco atentos.
No es fácil hablar de Michael Jackson: una carrera musical infinita, sin precedentes, suyo es el álbum mas vendido de siempre, su obra maestra, ‘Thriller’ de 1982 con más de mil millones de copias vendidas en su discografía, canciones y discos que han cambiado el curso de la música, influenciando e inspirando docenas de artistas.
Los inolvidables conciertos, los legendarios bailes, ese moonwalk que nadie podrá imitar, las extravagancias, la lucha entre la súper estrella Michael Jackson y el hombre niño Michael, el genio artístico parido del alma de un joven que nunca llegará a ser adulto.
Poco antes de empezar el ultimo tour musical de su vida, Michael Jackson se apagó lejos de las luces, lejos de los fans, del dinero y de una familia que siempre intentó aprovechar de su ingenuidad de hombre normal a que Dios regaló los secretos más increíble de la música.
Te echamos de menos, Michael.