Siguiendo el mismo patrón utilizado, hace cinco años con la película ‘Senna’ dedicado al inolvidable campeón brasileño de Formula 1, en el film sobre Amy Winehouse el director Asif Kapadia ha preferido dejar amplio espacio a las personas, los amigos y los colegas de la cantante fallecida el 23 de julio de 2011.
El cineasta británico de origen india evita de superponer una narración externa y videos de estudio, presentando una obra más directa, creada de manera impecable para alcanzar su objetivo: contar la triste e inevitable parábola descendiente de Amy.
En los momentos clave aparecen en la pantalla material inédito, casi desconocido, a veces muy impactante. Sorprende la calidad de grabación audio, considerando que las escenas ‘robadas’ se grabaron en una época anterior a la difusión de smartphones y videocámaras digitales.
La estética de ‘Amy’ refleja el espíritu de los tiempos modernos, donde todo tiene que ser documentado y grabado. La Winehouse aparece como una heroína pop contemporánea, transparente y que en noviembre será nuevamente recordada con el lanzamiento de un boxset dedicado con ocho discos en vinilos y que incluirá los álbumes “Frank”, “Back to black”, el póstumo “Lioness: Hidden teasures” y también el concierto de 2007 en el Shepherd’s Bush Empire.
Muchos los momentos crudos que desvelan, una vez más, las sombras de la estrella: la complicada relación con el padre, la nefasta influencia del novio jonky Blake Fielder-Civil, la bulimia, cómicos y presentadores que comentan con superficialidad los problemas de una joven mujer que lleva en su rostro las evidencias de los abusos. Alcohol, cocaína, crack, heroína… Ella que llegó a decir, tras ganar un Grammy que: “Sin drogas, todo es aburrido”.
Los verdaderos afectos, únicos, pocos, los del primer manager Nick Shymansky y de las dos amigas Lauren Gilbert y Juliette Ashby pero insuficientes para defender Amy de si misma.
El subtitulo de ‘Amy’ es ‘The girl behind the name’: es exactamente esta la imagen que ofrece el documental que llega hoy a las salas, con las canciones de la inolvidable artista que acompañan de manera impecable cada momento de su complicada existencia.
La música es protagonista en la primera parte: una joven Amy, la chica que amaba Dinah Washington, Sarah Vaughan, Thelonious Monk que graba los primeros temas hasta el peligroso éxito de ‘Back to black’ y ‘Rehab’, hasta la autodestrucción finale que se materializa durante los últimos conciertos.
